El 21 de junio se
celebra en el hemisferio norte, el día más largo del año.
Definitivamente no es un día como los demás, la naturaleza, el hombre y las
estrellas se disponen a celebrar una fiesta, cargada de gran poder y magia. Hadas
y deidades de la naturaleza andan sueltos por los campos; los agricultores
dan gracias por el verano, las cosechas, las frutas y por disponer de más horas
para cumplir con sus tareas y entregarse a la diversión. También es el momento
justo para pedir por la fecundidad de la tierra y de los mismos hombres;
además se debe comenzar a almacenar alimentos para pasar el otoño y el
invierno.
NOSOTR@S TAMBIÉN LO CELEBRAMOS… ¿TE APUNTAS?
La celebración del solsticio de verano, es tan antigua
como la misma humanidad. En un principio se creía que el sol no volvería a su
esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos.
Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la
víspera del pleno verano, o 20 de junio, para simbolizar el poder del sol
y ayudarle a renovar su energía.
En tiempos posteriores se encendían fogatas en las cimas
de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al
frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a
rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.